2 Samuel 1:25
¡Cómo han caído los valientes! Fueron estas las palabras expresadas por David al recibir la noticia de la muerte de Saúl y Jonathán. Para el poeta, y para el pueblo de Israel, estas fueron bajas muy lamentables que resintieron en gran manera.
El deceso del ungido de Jehová y de su hijo fue algo muy difícil de asimilar pues, además de tratarse del rey de Israel, Jonathán y David tenían una excelente amistad y este último lo amaba como a su propia alma al existir entre ambos una fraternidad muy especial (1 Samuel 18:1). Ante este acontecimiento David no pudo ocultar su tristeza, derramando lágrimas con sincero dolor : “Angustia tengo por ti, hermano mío Jonathán, que me fuiste muy dulce: …” 2 Samuel 1:26. Fue un mozo quien vino a informar a David lo sucedido en el Monte Gilboa: La caída de tan ilustres personajes, Saúl y Jonathán. La reacción del poeta fue rasgar sus vestidos haciendo lo mismo quienes con él estaban, derramando copiosas lágrimas al ser embargados por la tristeza: “Entonces David trabando de sus vestidos, rompiólos; y lo mismo hicieron los hombres que estaban con él. Y lloraron y lamentaron. … y endechó David a Saúl y a Jonathán. …Montes de Gilboa, Ni rocío ni lluvia caiga sobre vosotros, ni seáis tierras de ofrendas; Porque allí fue desechado el escudo de los valientes, El escudo de Saúl, como si no hubiera sido ungido con aceite. …Saúl y Jonathán, amados y queridos en su vida, En su muerte tampoco fueron apartados: Más ligeros que águilas, más fuertes que leones.” 2 Samuel 1:11, 17, 21 y 23. Para David, la muerte de estos varones fue como si hubiera muerto la gloria de Israel.
Saúl y Jonathán participaron en fuertes batallas, salvaguardando así la integridad de los hijos del Eterno. En una ocasión el pueblo de Israel fue invadido por los Filisteos, quienes vinieron con treinta mil carros, y seis mil caballos, y pueblo como la arena que está a la orilla de la mar en multitud; y subieron, y asentaron campo en Michmas. Los hombres de Israel, al darse cuenta que estaban en desventaja numérica, se ocultaron en cuevas, en fosos, en peñascos, en rocas y en cisternas; otros huyeron cruzando el Jordán (1 Samuel 13:1-7); empero Jonathan, acompañado de su asistente, subió hasta la guarnición de los Filisteos y mató a veinte de ellos, lo que ocasionó una gran turbación en el pueblo enemigo el cual fue consternado en gran manera; Jehová entregó a los Filisteos en mano de Jonathán, pues el relato bíblico dice que entre ellos mismos tomaban la espada quitando la vida a sus propios compañeros (1 Samuel 14:4-23). ¡Cómo no endecharlos el día de su caída, si fueron hombres muy apreciados! De allí la exclamación de David: ¡Cómo han caído los valientes en medio de la batalla!
David es otro de los hombres que sobresalen en la historia bíblica por su valentía; desde su mocedad manifestó rasgos de un carácter definido y determinado y una gran inteligencia, a pesar de que su formación fue en el campo cuidando las ovejas de su padre. Allí enfrentó a las fieras salvajes cuando estas arremetían contra el rebaño; con sobrado valor iba tras ellas y, si lo atacaban, él las tomaba de la quijada y las hería y mataba; fuese león u oso, los destruía. 1 Samuel 17:34-36. Siendo enviado por su padre a visitar a sus hermanos, los cuales estaban con el rey Saúl en la guerra, a fin de llevarles provisiones y asimismo saber cómo la pasaban, al llegar ahí se enteró de que había un gigante de los Filisteos que a diario desafiaba a los israelitas, diciéndoles: “¿Para qué salís á dar batalla? ¿no soy yo el Filisteo, y vosotros los siervos de Saúl? Escoged de entre vosotros un hombre que venga contra mí: Si él pudiere pelear conmigo, y me venciere, nosotros seremos vuestros siervos: y si yo pudiere más que él, y lo venciere, vosotros seréis nuestros siervos y nos serviréis. Añadió el Filisteo: Hoy yo he desafiado el campo de Israel; dadme un hombre que pelee conmigo. Y oyendo Saúl y todo Israel estas palabras del Filisteo, conturbáronse, y tuvieron gran miedo.” 1 Samuel 17:1- 11. Esa escena la vivió David, quien lleno de celo, dijo “…¿quién es este Filisteo incircunciso para que provoque a los escuadrones del Dios viviente? … y dijo David a Saúl: No desmaye ninguno a causa de él; tu siervo irá y peleará con este Filisteo.” 1S 17:26 y 32. Valientemente se enfrentó a él y lo venció, dando así salvamento aquel día al pueblo de Dios. Estas fueron las guerras de Israel en el tiempo antiguo, batallas que se libraron para proteger a los hijos de Dios.
En este tiempo de gracia el Señor ha preparado hombres decididos, de carácter formal y gran convicción, dotándolos de Autoridad para introducir las almas al reino de Dios; y guiarlas con el consejo de su santa palabra. También ellos enfrentan grandes batallas, pero no de manera literal: Ahora su lucha es contra las huestes del mal y malicias espirituales; empero, en el Nombre de Jesucristo le han arrebatado almas al enemigo, salvaguardando así el rebaño del Señor: “He aquí os doy potestad de hollar sobre las serpientes y sobre los escorpiones, y sobre toda fuerza del enemigo, y nada os dañará”. (Lucas 10:19). Algunos de estos hombres, en su calidad humana, han recibido el llamado de su Creador; cuando ese día llega, la familia y la iglesia no pueden evitar sentir gran dolor al darles el último adiós. Durante esta pandemia, con tristeza hemos visto que algunos de nuestros consiervos han partido de entre nosotros; esta ha sido la voluntad de Dios, la cual aceptamos con humilde resignación y gozosa esperanza. Y cual David, decimos también ahora: ¡Cómo han caído los valientes! Dios os bendiga.