Doctrinas que tiene en práctica la Iglesia

Creemos que todos los creyentes en Cristo Jesús deben ser santos, porque han sido consagrados para su servicio.

La santidad del creyente es por la obra del engendro del Espíritu Santo, y la relación filial con Dios, una simiente Santa, la santidad del creyente tiene su principio en el corazón y se  aracteriza por los actos externos que prueban en su conducta la pureza interior.

“No os juntéis en yugo con los infieles: porque ¿que compañía tiene la justicia con la injusticia? ¿y que comunión la luz con las tinieblas? ¿Y que concordia Cristo con Belial? ¿ó que parte el fiel con el infiel? ¿Y que concierto el templo de Dios con los ídolos? porque vosotros sois el templo del Dios viviente, como Dios dijo: Habitaré y andaré en ellos; y seré el Dios de ellos y ellos serán mi pueblo. Por lo cual Salid de en medio de ellos, y apartaos, dice el Señor, y no toquéis lo inmundo; y yo os recibiré, Y seré a vosotros Padre, y vosotros me seréis a mí hijos e hijas dice el Señor Todopoderoso.” (2a. Cor. 6:14-18)

“Así que, amados, pues tenemos tales promesas, limpiémonos de todainmundicia de carne y de espíritu, perfeccionando la santificación en temor de Dios.” (2a. Cor 7:1); “Y vestir el nuevo hombre que es criado conforme a Dios en justicia y en santidad de verdad.” (Efesios 4:24)

“Para que sean confirmados vuestros corazones en santidad, irreprensibles delante de Dios y nuestro Padre, para la venida de nuestro Señor Jesucristo con todos sus santos.” (1a. Tes. 3:13).

2.- Creemos en la evidencia del Espíritu Santo, prometido por Dios en las profecías del Antiguo Testamento, según la profecía de Joel 2:28-29,

“Y será que después de esto, derramaré mi Espíritu sobre toda carne, y profetizarán vuestros hijos y vuestras hijas; vuestros viejos soñarán sueños, y vuestros mancebos verán visiones. Y aun también sobre los siervos y sobre las siervas derramaré mi Espíritu en aquellos días.”

 

Y en las palabras dichas por nuestro Señor Jesucristo

“Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre. Al Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce: mas vosotros le conocéis; porque está con vosotros, y será en vosotros. No os dejaré huerfanos: vendré a vosotros. “ (San Juan 14:16-18) “Mas el
Consolador, el Espíritu Santo, al cual el Padre enviará en mi nombre, el os enseñará todas las cosas, y os recordará todas las cosas que os he dicho”
(San Juan 14:26).

 

Y que fué derramado después de la glorificación de Cristo en el día del pentecostés. Creemos además en la evidencia de bautismo del Espíritu Santo que se manifiesta en el creyente con el don de las lenguas, señal específica dada por nuestro Señor Jesucristo para sus discípulos y todos los que creyeren en su santo nombre.

“Y estas señales seguirán a los que creyeren: En mi nombre echarán fuera demonios; hablarán nuevas lenguas.” (Marcos 16:17)

“Estando aun hablando Pedro estas palabras, el Espíritu Santo cayó sobre todos los que oían el sermón. Y se espantaron los fieles que eran de la circuncisión, que habían venido con Pedro, de que también sobre los Gentiles se derramase el don del Espíritu Santo. Porque los oían que hablaban en lenguas, y que magnificaban a Dios.” (Hechos 10:44-46)

“Y como comencé a hablar, cayó el Espíritu Santo sobre ellos también, como sobre nosotros al principio. Entonces me acordé del dicho del Señor, como dijo: Juan ciertamente bautizó en agua; mas vosotros seréis bautizados en Espíritu Santo.” (Hechos 11:15-16)

“Y habiéndoles impuesto Pablo las manos, vino sobre ellos el Espíritu Santo; y hablaban en lenguas, y profetizaban.” (Hechos 19:6).

3.- Creemos en la Sanidad del cuerpo físico en respuesta a la oración de fe.

Creemos que Dios tiene poder para sanar todas nuestras dolencias físicas, si así es su voluntad y que la sanidad Divina es efecto del sacrificio de Cristo, el cual:

“Llevo nuestras enfermedades y sufrió nuestros dolores”. (Isa.53:4), “Y como fue ya tarde, trajeron a él muchos endemoniados: y echó los demonios con la palabra, y sanó a todos los enfermos; Para que se
cumpliese lo que fue dicho por el profeta Isaías, que dijo: El mismo tomó nuestras enfermedades, y llevó nuestras dolencias.” (Mateo 8:16-17).

La sanidad del cuerpo físico, es en respuesta a la oración del creyente y del poder del Nombre de Jesucristo que es invocado sobre el enfermo. Creemos también que los enfermos deben ser ungidos con aceite en el nombre del Señor, por quien Dios tiene como Ministro en la Iglesia para dispensar esta bendición.

“Quitarán serpientes, y si bebieren cosa mortífera no les dañará; sobre los enfermos pondrán sus manos, y sanarán.” (Mar. 16:18); “¿Está alguno enfermo entre vosotros? llame á los ancianos de la iglesia, y oren por él, ungiéndole con aceite en el nombre del Señor. Y la oración de fe salvará al enfermo, y el Señor lo levantará; y si estuviere en pecados, le serán perdonados.” (Santiago 5:14-15); “Y pasando Jesús de allí, le siguieron dos ciegos, dando voces y diciendo: Ten misericordia de nosotros, Hijo de David. Y llegado á la casa, vinieron a él los ciegos; y Jesús les dice: ¿Creéis que puedo hacer esto? Ellos dicen: Sí, Señor. Entonces tocó los ojos de ellos, diciendo: Conforme a vuestra fe os sea hecho. Y los ojos de ellos fueron abiertos. Y Jesús les encargó
rigurosamente, diciendo: Mirad que nadie lo sepa.” (Mateo 9:27-30)

“Y diciendo: Señor, mi mozo yace en casa paralítico, gravemente atormentado. Y Jesús le dijo yo iré y le sanaré. Y respondió el centurión, y dijo: Señor, no soy digno de que entres debajo de mi techado; mas solamente di la palabra y mi mozo sanará.” (Mateo 8:6-8)

“Y he aquí una mujer enferma de flujo de sangre doce años había, llegándose por detrás, tocó la franja de su vestido. Porque decía entre si: Si tocare solamente su vestido, seré salva. Mas Jesús volviéndose, y mirándola dijo: Confía, hija tu fe te ha salvado. Y la mujer fue salva desde aquella hora.” (Mateo 9:20-22)

“Vuelve, y dí a Ezechías príncipe de mi pueblo: Así dice Jehová, el Dios de David tu padre: Yo he oído tu oración, y he visto tus lágrimas: he aquí yo te sano; al tercer día subirás a la casa de Jehová.” (2o. Reyes 20:5).

4.- Creemos que el amor a nuestros hermanos es la manifestación más grande de que amamos a nuestro Señor Jesucristo en virtud de que El nos amó primero.

Ninguno puede amar a Dios y aborrecer a su hermano. Debe de haber coherencia en este sentimiento. Si nos amamos unos a otros, es evidente que Dios está en nosotros y su amor es perfecto. Y la prueba inequívoca es de que estamos en El si es que amamos a nuestros hermanos como si amásemos al mismo Señor Jesucristo.

“En esto consiste el amor: no que nosotros hayamos amado a Dios, sino que él nos amó a nosotros, y ha enviado a su Hijo en propiciación por nuestros pecados. Amados, si Dios así nos ha amado, debemos también nosotros amarnos unos a nosotros.” (1a. Juan 4:10-11)

“Nosotros le amamos a él, porque él nos amó primero. Y nosotros tenemos este mandamiento de él:
Que el que ama a Dios, ame también a su hermano.” (1a. Juan 4:19 y 21);

“Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis los unos a los otros: como os he amado, que también os améis los unos a los otros.” (Juan 13:34).

5.- Creemos en el repartimiento de dones del Espíritu Santo.

Las cualidades que revisten al creyente, o a determinadas personas siendo estas del pueblo de Dios, como vocación para desarrollar ciertos oficios, son dones que Dios otorga para quienes El escoge para la perfección de su pueblo y todo lo que se relacione directamente con la Obra. Toda dádiva y todo don perfecto viene del Padre de las luces.

“Toda buena dádiva y todo don perfecto es de lo alto, que desciende del Padre de las luces, en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación.” (Santiago 1:17)

“Digo pues por la gracia que me es dada, á cada cual que está entre vosotros, que no tenga mas alto concepto de sí que el que debe tener, sino que piense de si con templanza, conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada uno. Porque de la manera que en un cuerpo tenemos muchos miembros, empero todos los miembros no tienen la misma operación; Así muchos somos un cuerpo en Cristo, mas todos miembros los unos de los otros. De manera que, teniendo diferentes dones segun la gracia que nos es dada, si el de profecía, úsese conforme a la medida de la fe; o si ministerio, en servir; ó el que enseña en doctrina; el que exhorta, en exhortar; el que reparte hágalo con simplicidad; el que preside, con solicitud; el que hace misericordia, con alegría.” (Rom.12:3-8)

“Y á unos puso Dios en la iglesia, primeramente apóstoles, luego profetas, lo tercero doctores; luego facultades; luego dones de sanidades, ayudas, gobernaciones, géneros de lenguas.” (1a. Cor. 12:28)

“Testificando juntamente con ellos Dios, con señales y milagros, y diversas maravillas, y repartimientos del Espíritu Santo según su voluntad” (Heb. 2:4).


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