“Asimismo también el vaso, después que hubo cenado, diciendo: Este vaso es el nuevo pacto en mi sangre, que por vosotros se derrama”. San Lucas 22:20.
La sangre de Cristo: Precio del rescate de las almas.
Nuevo: Que es diferente y distinto respecto a lo que existía o se conocía antes.
Pacto: Acuerdo entre dos o más personas.
El pacto antiguo establecido por Dios con la nación hebrea observaba un medio para expiar el pecado del pueblo y era éste el sacrificio de los animales cuya sangre serviría para expiación; la palabra de Dios dice así: “Porque la vida de la carne en la sangre está: y yo os la he dado para expiar vuestras personas sobre el altar: por lo cual la misma sangre expiará la persona.” Lv.17:11. La ley de Moisés decía: “…y sin derramamiento de sangre no se hace remisión.” He. 9:22.
Estos sacrificios observados en la ley tenían una limitada efectividad, por eso se efectuaban continuamente. El Apóstol San Pablo, en su carta a los hebreos, dice lo siguiente: “Porque la ley, teniendo la sombra de los bienes venideros, no la imagen misma de las cosas, nunca puede, por los mismos sacrificios que ofrecen continuamente cada año, hacer perfectos a los que se allegan. De otra manera cesarían de ofrecerse; porque los que tributan este culto, limpios de una vez, no tendrían más conciencia de pecado. Empero en estos sacrificios cada año se hace conmemoración de los pecados. Porque la sangre de los toros y de los machos cabríos no puede quitar los pecados. ” He.10:1-4.
El Señor Jesucristo, en la celebración de la pascua que el pueblo de Israel celebraba cada año, dejó asentado el alcance de su sacrificio: “Y les dijo: En gran manera he deseado comer con vosotros esta pascua antes que padezca; Porque os digo que no comeré más de ella, hasta que se cumpla en el reino de Dios. Y tomando el vaso, habiendo dado gracias, dijo: Tomad esto, y partidlo entre vosotros; Porque os digo, que no beberé más del fruto de la vid, hasta que el reino de Dios venga. Y tomando el pan, habiendo dado gracias, partió, y les dio, diciendo: Esto es mi cuerpo, que por vosotros es dado: haced esto en memoria de mí. Asimismo también el vaso, después que hubo cenado, diciendo: este vaso es el nuevo pacto en mi sangre, que por vosotros se derrama.” Lc. 22:15-20.
El sacrificio de Cristo fue hecho una sola vez y su sangre redentora tiene alcances para cubrir los pecados de toda la humanidad, como lo refiere la palabra bendita cuando dice: “Así también Cristo fue ofrecido una vez para agotar los pecados de muchos…” He. 9:28.
También capacita cuanto a la conciencia de cada hombre para un servicio de entrega a Dios. El apóstol San Pablo escribe a los Hebreos y les dice: “… ¿Cuánto más la sangre de Cristo, el cual por el Espíritu eterno se ofreció a sí mismo sin mancha a Dios, limpiará vuestras conciencias de las obras de muerte para que sirváis al Dios vivo?” He. 9:13-14. Y también dice la palabra: “Porque con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados.” He. 10:14.
Amada Iglesia, por los méritos gloriosos de nuestro bendito Salvador hemos alcanzado todos los beneficios para desarrollar la vida de una nueva criatura; como tales, sirvamos a Dios con temor y reverencia. Participemos del glorioso memorial que él dejó establecido para su pueblo, recordando su muerte cada vez que lo hagamos hasta que él venga por nosotros.
El Testigo de la Fe Apostólica Marzo 2014 Sección Doctrinal. Dios los bendiga.