Tened buen animo

 Hechos 27:25

 Tener: Verbo. Asir o mantener asido algo. 

Buen: Apócope de bueno. Adjetivo que denota lo que es de valor positivo, útil. 

Ánimo: Actitud, disposición; valor y energía para hacer algo. 

Tened buen ánimo: Es la frase que San Pablo utilizó para infundir confianza en sus compañeros de viaje hacia Roma, Italia. 

Viajando en calidad de prisionero para ser presentado ante César, iba al resguardo de Julio, Centurión romano de la compañía Augusta. Fue embarcado en una nave Alejandrina en Mira, ciudad de Licia, juntamente con 275 personas más (Hechos 27:1-2, 5-6; y 37). El viaje fue tormentoso: Al estar cerca de la costa de Creta, fueron primeramente azotados por un viento repentino llamado Euroclidón; posteriormente, por una impetuosa y prolongada tempestad que les infundió temor y toda esperanza de salvar la vida (Hechos 27:12-19). 

Ante aquel naufragio y pensando que sucumbirían sepultados en la mar los viajeros escucharon el llamado de San Pablo, quien puesto en pie en medio de ellos, les dijo: “Mas ahora os amonesto que tengáis buen ánimo; porque ninguna pérdida habrá de persona de vosotros, sino solamente de la nave. Porque esta noche ha estado conmigo el ángel del Dios del cual yo soy, y al cual sirvo, Diciendo: Pablo, no temas; es menester que seas presentado delante de César; y he aquí, Dios te ha dado todos los que navegan contigo. Por tanto, oh varones, tened buen ánimo; porque yo confío en Dios que será así como me ha dicho;” Hechos 27:22-25. Todos los tripulantes de la nave entendieron que era la voluntad de Dios que San Pablo fuera presentado ante César y además, que ninguno habría de perecer. Con plena convicción en la promesa del Señor, los exhortó a tener buena disposición y actitud positiva para continuar, hasta llegar a alguna isla (Hechos 27:26). 

Cual San Pablo, los hijos de Dios disfrutamos el privilegio de vivir en las promesas divinas; nuestra confianza en el Señor nos permite mantenernos en un estado de buen ánimo, sobre todo ante la adversidad. La Iglesia vive hoy la experiencia no grata de estar en medio de una pandemia, como si se tratase de una grande tempestad que la azota; repentinamente, algunos se encuentran privados de la salud, embargados por el dolor y la tristeza. En tales circunstancias nos hemos visto impedidos, de un momento a otro, de congregarnos en la casa de Dios que es nuestro oasis espiritual. Queridos y amados hermanos, nosotros vamos confiando en la promesa del Señor Jesús dada a los suyos, cuando dijo: “…y he aquí, yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén.” (San Mateo 28:20); tengamos por tanto el valor, la energía y buena disposición del corazón para llevar a cabo en nuestro hogar, si fuere necesario, las actividades devocionales y ahí rindamos al Todopoderoso nuestra adoración; practiquemos la meditación, la lectura de su bendita palabra, el ayuno y la oración; que nuestras alabanzas sean en loor y gloria a nuestro Rey y Señor. Tengo la certeza de que nuestro buen Padre celestial, con su poder, nos confortará. Con su ayuda saldremos adelante de esta difícil situación. Tomemos en cuenta las palabras del rey David, quien en su reflexión dijo: “Estos confían en carros, y aquéllos en caballos: Mas nosotros del nombre de Jehová nuestro Dios tendremos memoria. 

Iglesia del Señor: En el nombre de nuestro Señor Jesucristo, encarecidamente te pido: ¡Tened buen ánimo!