Tu coronas el año de tus bienes

El año 2021 habrá de concluir en pocas semanas, por lo cual es oportuno hacer remembranza de las palabras del rey David cuando, al hacer mención de la manifestación del poder y la bondad del Señor, dijo: “Tú coronas el año de tus bienes; y tus nubes destilan grosura.” Salmo 65:11

Consciente de la abundancia de los bienes alcanzados, afirmó que éstos eran el resultado de la manifestación de sus grandes obras, de sus maravillas, mediante las cuales cubre de esplendor las salidas de la mañana y de la tarde. Por su visitación a la tierra, ésta es enriquecida para que germinen los renuevos que producen el grano; las nubes, al destilar, generan grosura: “…Visitas la tierra, y la riegas: En gran manera la enriqueces Con el río de Dios, lleno de aguas: Preparas el grano de ellos, cuando así la dispones. Haces se empapen sus surcos, Haces descender sus canales: Ablándasla con lluvias, Bendices sus renuevos. … Destilan sobre las estancias del desierto; Y los collados se ciñen de alegría. Vístense los llanos de manadas, Y los valles se cubren de grano: Dan voces de júbilo, y aun cantan.” Salmo 65:6-10, 12-13. 


El rey David, de acuerdo con el testimonio de las Escrituras, en múltiples ocasiones rememoró a través del canto la grande bendición otorgada por el Señor a su pueblo; su obra poderosa para proveerle bien, como cuando Israel peregrinó por el desierto: “Oh Dios, cuando tú saliste delante de tu pueblo, Cuando anduviste por el desierto, La tierra tembló; También destilaron los cielos á la presencia de Dios: Aquel Sinaí tembló delante de Dios, del Dios de Israel. Abundante lluvia esparciste, oh Dios, á tu heredad; Y cuando se cansó, tú la recreaste. Los que son de tu grey han morado en ella: Por tu bondad, oh Dios, has provisto al pobre. El Señor daba palabra: De las evangelizantes había grande ejército.” Salmo 68:7-11.  

 Describiendo los muchos beneficios alcanzados, exaltó a través de su reconocimiento y alabanza la indulgencia divina; hizo notorio el carácter bondadoso, justo y misericordioso del Señor, al perdonarle sus iniquidades y sanarlo de todas sus dolencias; al rescatar del hoyo su vida y, aún más, coronándolo de favores y misericordias. A la figura del águila que rejuvenece, lo sació de bienestar y de fortaleza. Por impartir derecho y justicia a todos los que lo necesitaron, sin faltar su palabra por la cual les comunicó su voluntad: “BENDICE, alma mía á Jehová; …Y no olvides ninguno de sus beneficios. El es quien perdona todas tus iniquidades, El que sana todas tus dolencias; El que rescata del hoyo tu vida, El que te corona de favores y misericordias; El que sacia de bien tu boca De modo que te rejuvenezcas como el águila. …” Salmo 103:1-8. 

Hermanos: La alborada del año 2022 se aproxima y, desde lo profundo de nuestro corazón, al igual que el poeta de Israel conservamos memoria de que, por el inmensurable amor, la infinita misericordia y la Omnipotencia de Dios, durante el 2021, a pesar de haber sufrido el estrago de la actual pandemia universal, Él nos sustentó y nos protegió; de nuestras dolencias y enfermedades, Él nos sanó. Él ha sido con nosotros y por su obra maravillosa y gracia bienhechora ¡Estamos concluyendo un año colmado del bien de Dios!

Tomando el dechado del rey David, cuando al presentarse ante la congregación de Israel dijo: “Tuya es, oh Jehová, la magnificencia, y el poder, y la gloria, la victoria, y el honor; …Tuyo, oh Jehová, es el reino, …Las riquezas y la gloria están delante de ti, y tú señoreas á todos: y en tu mano está la potencia y la fortaleza, y en tu mano la grandeza y fuerza de todas las cosas. Ahora pues, Dios nuestro, nosotros te confesamos, y loamos tu glorioso nombre. Porque ¿quién soy yo, y quién es mi pueblo, para que pudiésemos ofrecer de nuestra voluntad cosas semejantes? porque todo es tuyo, y lo recibido de tu mano te damos.” (1 Crónicas 29:11-14), es oportuno corresponder con alabanza y gratitud a nuestro Dios. Al hacer un recuento de los incontables beneficios que hemos recibido, la última noche de este año que fenece, donde nos congreguemos, bien sea en el templo o quizá en nuestras casas, agradezcamos a Dios por habernos permitido alcanzar nuestros más caros anhelos; porque disfrutamos dicha y felicidad, digamos como el rey David: ¡Tú coronas el año de tus bienes!